Es importante saber que cada acción que realizamos queda registrada en nuestros caminos nerviosos. Por medio del descanso y el sueño eliminamos de nuestra memoria las órdenes respiradas (ejecutadas) durante el día.
Soñar despierto
Cuando estás en un proceso de desarrollo personal es común recordar aquellos sueños que son especialmente reveladores. También es habitual recordar los sueños de eliminación de memoria. Recordar o no recordar los sueños tiene que ver con el grado de atención que la persona empiece a observar en su vida de vigilia. Para empezar a recordar los sueños con cierta «frescura» hay que pensar en ellos como una fuente necesaria de auto-conocimiento. Algo así como una eficaz secretaria que toma nota de todo aquello que a nosotros se nos escapa. Secretaría que no será necesaria cuando el proceso de edición o conversión al formato consciente de nuestra vida finalice.
Con el tiempo, a medida que conoces tus capacidades y habilidades transitas de forma más consciente. Y, por tanto, procesar de forma orgánica (que es lo que en verdad son la mayoría de los sueños), se convierte en algo poco habitual que nos muestra detalles extraordinarios o poco comunes.
Soñar dormido
El cuerpo necesita unos mínimos de eficiencia para reiniciarse diariamente. La persona que va de forma inconsciente por la vida (sin intención y sin atención, sin usar su lóbulo frontal) no es que no recuerde sus sueños, es que no sueña. Y acumula las vivencias en forma de residuos emocionales orgánicos: sobrepeso y acumulaciones tóxicas que van envenenando sus tejidos y debilitando sus funciones físico-mentales.
La unidad cuerpo/mente prioriza la supervivencia física aunque sea a costa de almacenar basura en nuestro interior. Porque en basura se convierte todo aquello que guardamos en nuestra bandeja de entrada sin reconocerlo, archivarlo o etiquetarlo de forma consciente para su posterior reubicación o utilización por nuestro sistema.
Para un auténtico «sueño reparador» lo mejor es caminar despierto por la vida. Y aprender a pasar página. Compartir en X
El piloto automático del cuerpo se configura según la forma en la que respiramos, comemos y dormimos. Si este piloto está bien programado evolucionamos sin problemas. La función del descanso y sueño guarda una relación directa con los ambientes en los que cada día nos ‘sumergimos’. Y con los alimentos que posteriormente dan cuerpo a la información que cargamos de dichos ambientes.
Hábitos para el descanso:
- Tomar pausas conscientes con el fin de descansar y refrescar nuestra memoria.
- Beber agua potencia este descanso de nuestro sistema nervioso
- Realizar un mantenimiento físico encaminado a regular las tensiones físicas y mentales que cargamos en nuestro ambiente socio-laboral. El ejercicio aeróbico moviliza los ritmos de nuestros órganos y el anaeróbico de nuestros músculos.
Estas pautas favorecen el sueño reparador y hacen fácil el proceso de eliminar definitivamente las órdenes ejecutadas durante ese día, lo que se conoce como…
¡Pasar página!
Al día siguiente despertaremos con la mente ágil, fresca y preparada para cargar el nuevo día, siempre que la noche anterior hayamos logrado dejar atrás las cargas ejecutadas durante el día.
