¡Papá te quiero mucho| Hace unos días vi ‘Caza mayor’, una película sencilla, tan sencilla que podría contarse como si fuera un cuento: la ‘peli’ va de un joven de Laponia que al cumplir 13 años tiene que pasar el ritual de iniciación por el que los niños de su tribu se convierten en en adultos. La historia se complica un poco cuando tiene que ayudar al presidente de los EEUU que ha caído en su territorio víctima de un grupo terrorista que quiere ‘cazarlo’. Si quieres saber más te sugiero que las veas.
"No se trata de llegar a ninguna parte, se trata de disfrutar del camino."
Rituales de paso. Iniciación
Pasé un rato agradable viendo los parejas naturales de Finlandia, y no habría vuelto a pensar en ella, de no ser por un artículo publicado en el país, en el que un joven licenciado universitario, nos cuenta su experiencia en la vendimia francesa, donde se gana unos euros a la espera de un trabajo ‘de lo suyo’.
Al día siguiente, salí a pasear por el parque fluvial y mi mente empezó a mostrarme imágenes positivas para ayudarme a cerrar las imágenes vertidas por este joven y los comentarios suscitados por su artículo, tanto a favor como en contra. Y fue cuando vino a mi mente, la historia del joven cazador de Laponia y su ritual de iniciación y no pude dejar de pensar en el contraste a la hora de ‘iniciar’ a nuestros jóvenes.
¿Qué valores y qué prácticas se les inculca para que se sientan ‘poderosos’, ‘fuertes’ y ‘autónomos’? ¿Estudiar una carrera universitaria es lo ideal? Los rituales de iniciación brillan por su ausencia por lo que ‘la vida’ toma el control y hace que nuestros jóvenes aprendan de primera mano, aquellas experiencias que no pudieron integrar en las aulas.
Luego caí en la cuenta de que estamos en otoño y la idea de paternidad se hace presente en nuestras vidas para ser actualizada. Clic para tuitear
No es lo mismo ser padre que ser madre

Vamos a centrarnos en la carpeta paterna ya que su figura es la responsable de activarnos en el exterior como personas. El valor de inicio con el que salimos al espacio escolar y posteriormente, laboral está determinado por cómo vemos y somos vistos por nuestro padre pues es una visión recíproca.
Según ves a tu ‘papá’, él te ve
Para que lo entiendas…
- Las admiras, igual que admirabas a tu padre, enriqueciendo cada vez más tu valor personal. O las desprecias, minando así tu propio valor.
Y es de valor, y de valores, de lo que va la historia con tu ‘papá’
¿Te consideras una persona valiente? ¿Consideras la vida como algo bello, algo valioso por lo que vale la pena vivir, trabajar o luchar si fuera preciso? ¿Qué valores o principios te sostienen en tu día a día? No hace falta que respondas. Para saber la respuesta solo tienes que medir el afecto y el respeto que sentías por tu padre en tu más tierna infancia. Y claro está, también ahora, cuando haces una retrospectiva en el tiempo, para valorar la experiencia de paternidad compartida.
Hay una última prueba, pero esta tienes que hacerla en la intimidad y sin que nadie te escuche:
Respira, evoca su imagen y di en voz queda…
¡Papá! Te quiero MUCHO… ❤

Sea cual sea tu pose ante la vida, si algo caracteriza a los ‘faltos de padre’ es precisamente esto ¡que son una pose!
¡Que eres una pose! Y que te esfuerzas mucho, muchísimo, por mantenerte y mantener esa pose, de cara a los demás, mientras tu cuerpo y tu pareja aguantan. ¿Tu pareja? Si, ya que en multitud de ocasiones llegas tan justo (o justa), a tu casa tras una larga jornada laboral, que es con tu pareja e hijos con quien pinchas y luego te sientes fatal.
Vale, ya te reconociste ¿Y ahora qué?
Pues para empezar… Respira un poco! Cuenta hasta 5, cierra los ojos y suelta el aliento poco a poco. ¡Te has encontrado a ti mismo! Y puedes empezar a recuperar el tiempo perdido. Clic para tuitear

Película recomendada
🎬Los ojos amarillos de los cocodrilos.
Para los papás:
Poema de Khalil Gibran (ensayista, novelista y poeta libanés)
“Tus hijos no son tus hijos,
son hijos e hijas de la vida,
deseosa de sí misma.
No vienen de ti,
sino a través de ti,
y aunque estén contigo,
no te pertenecen.
Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos,
pues ellos tienen sus propios pensamientos.
Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas,
porque ellos viven en la casa del mañana,
que no puedes visitar,
ni siquiera en sueños.
Puedes esforzarte en ser como ellos,
pero no procures hacerles semejantes a ti,
porque la vida no retrocede ni se detiene en el ayer.
Tú eres el arco del cual tus hijos,
como flechas vivas,
son lanzados.
Deja que la inclinación,
en tu mano de arquero,
sea para la felicidad.”